Estamos acostumbrados a la eficiencia.
Un click y algo pasa inmediatamente
Pides algo desde tu teléfono y llega en media hora, cuarenta minutos, una hora, al día siguiente.
¿Olvidaste cómo se llamaba el cantante ese de voz muy grave que cantaba baladas en los 70? Pregúntale a Alexa.
¿Te piden una carta en tu aplicación de trabajo? Copia el texto que ChatGPT hizo para ti y pégalo cuántas veces sea necesario.
Bueno, si una orden en cualquier ambiente digital dura más de 2 segundos en realizarse, te emputas. ¿A poco no?
Es abrumador como infinidad de tareas insignificantes de nuestra vida cotidiana han sido pensadas por auténticos ingenieros de nuestra energía libidinal para la máxima eficiencia.
Ahora pensemos en los niños.
[INSERTE AQUÍ MEME DE LOS SIMPSONS, ESE DE ¡ALGUIEN PUEDE PENSAR EN LOS NIÑOS?]
Una generación entera criada bajo el mantra de diseño de Apple: todo smooth, sin líneas rectas, sin huecos, curvas y pura suavidad. O sea: sin aspereza, sin problemas, sin grietras, sin frustración ni aburrimiento. El attention span reducido es algo que todos notamos, pero lo que no queremos aceptar es la implicación de esta atención mengüada: pensamiento corto, limitado y mediocre que produce ideas similares en calidad.
Y todo esto porque un ingeniero en California quiso hacer más conveniente un proceso que no lo merecía.
A lo que voy es que esta eficiencia totalizante termina por matar la belleza de la vida. Porque lo que hace es exprimirle el jugo al limón. Nos crea experiencias predigeridas, vaciadas. ¿Qué significa esto?
Que si muere la belleza, muere el significado de las cosas. Y si muere el significado de las cosas, pues nada importa realmente. Las cosas, las ideas, los seres, tu y yo, no importa. Lo único que importa es la nada. Nihilismo puro y duro.
Piénsalo mientras scrolleas en TikTok. Si es que puedes.
que hacemos? que debemos hacer?
¿La reflexión que precede al aceleracionismo?